Monday, November 29, 2010
Diario 7
Los hermanos Vicario estaban corriendo a la puerta muy rápido. Santiago trató de llamar a su madre, pero ella no lo oyó. Muy desesperado, Santiago gritó – ¡Basta! ¿Por qué quieren matarme? No hice nada a ustedes. –Tú sabes lo que hiciste. Nuestro honor es más importante que tu vida intrascendente. Vamos a matarte muy lentamente, porque mereces, respondió Pablo. Con esto, Pablo y Pedro empezaron a sacar sus cuchillos. Pero al mismo momento había un grito muy afligida. Todos se volvían y veían a Ángela corriendo con la igual velocidad de sus hermanos. – ¡NOOO! ¡ESPERA UN MINUTO!, gritó Ángela. – ¿Qué?, preguntó Pedro, pero antes de preguntar más, Ángela los pateó en sus cabezas. –Bueno, espero que no estén muertos, ¡pero ellos nunca prestan atención! Santiago quedó en silencio. No sabía que debía hacer: correr, escuchar a Ángela, o rematar a los hombres. Finalmente, Ángela habló. –Lo siento Santiago. No quería que mis hermanos te dolieran. Es que no podía decir la verdad. Todavía él no habló. –Bueno, ya sabes que no has robado mi virginidad. Pienso que debo decirte la verdad, porque la mereces. ¿Quieres saber quién robó mi virginidad? Santiago estaba muy confundido porque no sabía porque la virginidad de Ángela estaba involucrada con la complot de matar a él, pero dijo --Sí, por supuesto-- Ángela suspiró muy triste, y respondió –fue Cristo Bedoya. – ¿Mi amigo mejor? Pero antes de responder a Santiago, Ángela recogió al cuchillo de Pablo y le acuchilló. Muriendo, ella dijo – Por favor, no digas que mentí. Muy rápido, Santiago remató a los hermanos por su seguridad y empezó a buscar a su mejor amigo.
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