Pues, debo levantarme, yo pensaba. Traté de echar el edredón de mi cama, pero no podía. OH, esto es correcto… no tengo manos. Yo miré a mis pies-manos. Tengo pies en vez de mis manos. Traté de salir de la cama, pero no tenía éxito. Caí de la cama y frente a la planta en el suelo. Rodé en el suelo por un poquito antes de me di cuenta de podía estar en todos mis pies, como un perro… no, no… como un guepardo.
Mi intento de subir los peldaños fue un reto y mi intento de vestirme es un cuento diferente; no describo las escenas en detalle. Cuando yo trataba de desayunar, mi mamá no me permitió comer con mis pies-manos. “No trates, ¡HALL! Pequeña, fracasarías. Come tu desayuno como un perro. Sería más fácil para ti,” mi mama me dijo.
Después de mi desayuno, yo estaba en el coche (tenía que sentar en el trasero en el coche… como un perro.) Cuando llegué a la escuela, ningunos de mis compañeros me vería en los ojos. Tenía cuatro pies, ¿y qué? El viaje del autobús fue incómodo cuanto menos.
La competencia fue interesante. Mi entrenador no me quería correr por mi discapacidad. “¿Qué discapacidad, Miguelito? Mis pies en vez de mis manos es una ventaja de otros corredores,” dije a él. Entrenador Miguelito fue escéptico sobre mi capacidad de correr con cuatros pies. Tenía razón… corrí como un guepardo en la caza y gané todo el campeonato. No acepté mi medalla porque no tenía manos para obtenerlo; un directivo puso esto alrededor mi cuello.
Cuando nos salimos, el directivo me dijo que yo me impedía participar el campeonato. El directivo trata de quitarme mi medalla, pero le pegué en la nariz con uno de mis pies-manos y huí. Después, me desperté en serio. Eso fue un sueño. Yo necesito parar de comer los “LunaBars” de chocolate antes de dormirme.
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